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Mitos electorales

Las elecciones dominicanas están llenas de mitos, pero son mitos especiales. Un mito es “una narración maravillosa protagonizada por dioses, héroes o personajes fantásticos, ubicada fuera del tiempo histórico, que explica o da sentido a determinados hechos o fenómenos. La palabra, como tal, proviene del griego”.

Los mitos forman parte del sistema de creencias de un pueblo o cultura. Considerados en conjunto, los mitos conforman una mitología. La mitología, como tal, es la que sustenta la cosmovisión de una cultura, es decir, el conjunto de relatos y creencias con los cuales un pueblo se ha explicado tradicionalmente a sí mismo el origen y razón de ser de todo lo que lo rodea.

Pero los mitos electorales tienen una fisonomía distinta de los mitos griegos. Lo único permanente en los mitos electorales es el fraude, trampa que siempre hace el Gobierno para dañar las oportunidades de la oposición. Los nuestros tampoco tienen protagonistas y cada mito tiene una duración precaria en el tiempo, porque en las próximas elecciones da paso a otro mito, que reitera la permanencia del mito permanente que es el fraude.

Los mitos nuestros pueden ser locales, como el “palito” para la senaduría de Santiago, o generales, como el “polvito” que afectaba el color a los votos en las elecciones de los años 70. Ahora los mitos son electrónicos, o digitales y también son selectivos: puede haber fraude para una elección, por ejemplo senadores, y no haberla para diputados.

Finalmente, los mitos electorales no tienen héroes ni personajes fantásticos, pero han creado la cultura del fraude electoral de permanente vigencia en el país.

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