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Sacudiendo los viejos paradigmas de la Educación: ¿Nuevas propuestas?

?Ya se está volviendo frase manida y argumento gastado la preocupación que muestran las autoridades educativas, entidades calificadoras y padres, ante la deficiencia que advierten en la preparación y competencias pedagógicas de muchos docentes, que no decir maestros. Las pruebas PIISA, no importa si adaptadas o no, han arrojado vergonzantes números en las habilidades y dominio cognitivo en el grueso de la población estudiantil dominicana, destacándose las áreas de matemática y lengua española como las de más deplorables resultados.

Los primeros pero válidos resultados iniciales de las pruebas realizadas hace pocos días por el Ministerio de Educación a 11,000 postulantes a entrar en el sistema educativo oficial como maestros, revelaron que solo 528, un 4.8% pasaron las evaluaciones aplicadas en el concurso docente.

Todos de alguna manera intuimos, y algunos hasta sabemos con certeza la génesis de los obstáculos que impiden lograr allanar el camino de la única ruta crítica en que se fundamenta la transformación de nuestra sociedad y su encarrilamiento e inserción a los nuevos retos que impone el paradigma de una Cuarta Revolución Industrial, ya entrando a la República Dominicana, con sus desafiantes requerimientos de preparación y capacitación en áreas como inteligencia artificial, robótica, sistemas automatizados de producción avanzados y digitalización de alta gama de todos los procesos y productos de la actividad humana.

El significativo logro de asignación presupuestaria del 4% del PIB a la educación dominicana, aún no rinde sus frutos, produciéndose, hasta muy recientemente, una especie de sobrecalentamiento de la inversión educativa, que se concentraba en construcciones y edificaciones escolares y en menor medida en algunos materiales, desayunos escolares, tandas extendidas no bien aprovechadas curricularmente, con poca inversión en la transformación docente que requiere.

Un connotado educador decía hace unos años, hablando de los buenos maestros, que cuando un estudiante se destacaba por su excelente rendimiento, todo el mundo ponía su atención en él o ella; pero cuando todos los estudiantes de un curso o nivel destacan su excelencia al pasar por ese curso, nivel o asignatura, período tras período, entonces todo el mundo fija su atención en el profesor.

El país, nuestras escuelas, necesitan sin demora ser sacudidas por una verdadera transformación. Es necesario desechar los nimios prolegómenos y vocabulario pseudo técnico conque ahora intentamos disfrazar el quehacer y acción educativa para seguir produciendo los mismos resultados deficientes en nuestros educandos. No se trata de renombrar ni redenominar lo viejo con novedosos y llamativos estipulados del lenguaje: Se trata de educar, de transformar la conducta de los aprendientes hacia su formación crítica; despertar sus vocaciones creadoras y habilidades de ingenio sin desechar el auxilio del entrenamiento de la memoria, que ha sido tan desdeñado como una competencia ‘passé’ para los tiempos presentes.

Algo falta, por no poner en superlativo lo que es menester. Necesitamos mejores, más conscientes, muy enamorados, más sólidamente preparados y comprometidos maestros. Nuestra transformación y tránsito hacia una nación desarrollada y primermundista nunca será posible hasta que la sociedad en pleno asigne el sitial, y categoría jerárquica que acaso alguna vez tuvo el maestro dominicano y comprenda que la formación sólida, el futuro exitoso, la prosperidad como individuo y país, dependerá de la influencia, curiosidad, dedicación, ambición y mejoramiento que él-ella sepa instilar en sus educandos: el poder para sembrar en ellos la semilla que les deje huellas, que les transforme y conviertan en ciudadanos nobles, conscientes, trabajadores y competentes para vivir con buen o superior desempeño en un mundo signado por cambios y exigencias cada vez más acelerados.

En estos intentos, algunos bien pensados, de mejorar el sistema educativo, tal vez hayamos pasado por alto, aprovechar la extraordinaria y abundante cantera de maestros graduados y sólidamente experimentados con más de 50 años de edad que actualmente están excluidos y no se admiten para entrar en el sistema educativo oficial, ni siquiera como postulantes de concurso. Proponemos pues, a las autoridades oficiales del acto o cosa educativa, al superior gobierno del presidente Luis Abinader, que ha dado tangibles muestras de compromiso con la educación, a los empresarios y muy especialmente a la Asociación Dominicana de Profesores, hoy presidida por la educadora Xiomara Guante, considerar e incluir a miles de educadores que quieren y pueden aportar con su excelente desempeño y contribuir a hacer la diferencia que todos deseamos y esperamos.

Estamos desperdiciando un manantial extraordinario de buenos educadores maduros que, por una razón u otra, no obstante desear decididamente ser maestros del sector público, el prurito de los años, el temor de autoridades de no admitirlos por la proximidad o cortedad para alcanzar una edad jubilatoria no los toma en cuenta. La falta de visión para buscar y lograr novedosa alternativa, satisfactoria para ambas partes maestro-sistema, que condicione o ajuste el retiro o pensión/jubilación dentro de las posibilidades, no debe ser óbice para su exclusión.

No debemos olvidar que muchos excelentes educadores tuvieron que migrar hacia otras profesiones y ocupaciones en las últimas tres décadas debido a las deplorables condiciones que se ofrecían a los maestros, obligando a las autoridades e instituciones formadoras de docentes a tener que aceptar, para formar e incorporar, a muchos aspirantes que no poseían las competencias y capacidades de los desplazados y migrados, y trayendo anchas lagunas formativas, que una carrera superior de tres o 4 años, y cursos de habilitación docente no podían, -ni pueden- llenar adecuada o integralmente. El producto educativo, nuestros estudiantes, en vasta mayoría, no pueden por razones obvias resultar mejores o “superar al maestro”.

Madurez es la capacidad de afrontar lo desagradable. Debemos pues descomponer y recomponer este complicado ‘componte’ de círculo vicioso’, esta correa sinfín, de formadores, educadores deficientes, produciendo estudiantes deficientes, de los que, a su vez, surgen algunos de ellos, aspirantes a maestros, deficientes. Vamos a iniciar con decisión el círculo virtuoso:

1. Comencemos a considerar a los maestros veteranos, a los que su edad es ampliamente superada por su experiencia y buen desempeño. Sometámoslos a las pruebas de postulantes, si así se decidiere, pero empleémoslos. Estaremos proveyendo un inestimable servicio a la sociedad, a nuestras familias, al país.

2. Consideremos seriamente reclutar las mentes brillantes, los talentos detectados en las aulas de educación secundaria y universitaria, para prepararlos como maestros. Nuestra generación presente y futura se lo merece. El futuro del país lo reclama a gritos silentes.

3. Conquistemos con buenas ofertas aquellos talentos que actualmente ejercen otras ocupaciones y profesiones que no se sienten atraídos a la enseñanza, no por falta de vocación sino a causa del incentivo y estabilidad que esperan tener con un empleo decente.

4. Iniciemos de manera sistémica la formación y capacitación técnica y técnico profesional desde la educación secundaria, de toda la población escolar en el ambiente de un Marco Nacional de Cualificaciones, que canalice y prepare a los educandos en un gradiente técnico progresivo, conducente a mayores certificaciones y niveles técnico profesionales, post secundarios y universitarios. El INFOTEP, por su parte, ya se apresta a la preparación de formadores de formadores y docentes de alta gama, para las centenas de profesiones técnico profesionales que en aumento ya demanda el país y espera colaborar, contribuir en toda la medida de su esfuerzo y recursos del sector privado y de gobierno en la generalización de la educación técnico profesional mediante la oficial inclusión curricular desde los primeros años de la educación secundaria.

El reloj está contando...arranquemos ya.

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