Nobel de Física para las ondas gravitacionales, una revolución en astrofísica

Fotografía de archivo del 20 de mayo de 2015 que muestra al teórico físico Kip Thorne. (EFE/ Jeon Heon-kyun )

COPENHAGUE. El Nobel de Física de este año es “sobre un descubrimiento que asombró al mundo”, la detección de las ondas gravitacionales, una revolución en la astrofísica, que ha abierto una nueva ventana al Universo.

Así lo dijo hoy el secretario de la Real Academia Sueca de Ciencias, Goran Hansson, al anunciar un galardón que sigue al Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica que también recibieron este año los estadounidenses Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne.

Hace ahora dos años, el 14 de septiembre de 2015, el experimento LIGO detectó por primera vez las ondas gravitacionales, cuya existencia formuló Albert Einstein en su Teoría de la Relatividad General, aunque el anuncio oficial se hizo cinco meses más tarde.

Mucho más tuvo que esperar la comunidad científica, exactamente un siglo, para poder dar la razón con pruebas a una de las mentes más privilegiadas del siglo XX.

Las ondas gravitacionales pueden describirse con una metáfora como “olas en el océano cósmico”, así se refiere a ellas en su página web la Universidad de la Islas Baleares en España, una de las implicadas en la colaboración científica internacional LIGO.

También marcan el inicio de una nueva era en astronomía porque el Universo es casi transparente para ellas, lo que permitirá observar fenómenos astrofísicos que de otra manera permanecerían ocultos -la formación de agujeros negros o cómo se comporta la materia en condiciones extremas-.

Hasta ahora el conocimiento del Universo se realiza principalmente a través de la radiación electromagnética (luz), con ellas se puede “ver”, mientras que con las ondas sería como “oír”, lo que permitiría pasar a través de los objetos que hay entre la Tierra y el otro extremo del Universo, pues las ondas lo atraviesan todo.

Una de las dificultades de localizar estas ondas residía en las enormes instalaciones necesarias, que usan una tecnología llamada interferometría láser. El mayor de ellos es el Observatorio de interferometría láser de ondas gravitacionales (LIGO) en Estados Unidos, otros son el Virgo en Italia y el GEO600 en Alemania.

Weiss, Barish y Thorne fueron galardonados hoy con el Nobel de Física por su decisiva contribución, “con su entusiasmo y determinación” a poner en marcha el detector LIGO y a “la observación de las ondas gravitacionales”.

El hallazgo de las ondas abre la puerta a “una nueva forma de mirar el Universo, indicó el día que se anuncio su detección el físico Stephen Hawking, y la capacidad de detectarlas “tiene el potencial de revolucionar la astronomía”.