La muerte de una niña de tres años a manos de la policía cuestiona el gobierno de Filipinas

Un operativo policial contra las drogas en Filipinas terminó con la vida de una niña de tres años, el pasado fin de semana.

La niña Myka falleció tras recibir un disparo en medio de un operativo policial enmarcado en la dura guerra contra las drogas que emprendió el presidente del país, Rodrigo Duterte, desde que asumió el cargo en 2016.

Una docena de países, liderados por Islandia, emitieron una petición para que la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU) investigue los hechos alrededor de la muerte de la pequeña y de los miles de asesinatos más que, según activistas y oposición, han sucedido extrajudicialmente en Filipinas por culpa de la política de seguridad de Duterte.

El director ejecutivo de la ONG internacional Human Rights Watch celebró el "gran papel" de Islandia a hora de "impulsar que la Comisión finalmente trate la epidemia de ejecuciones extrajudiciales bajo la presidencia de Duterte".

La versión oficial de los hechos alrededor del asesinato de Myka es que el padre de la niña, sospechoso de estar involucrado en tráfico de drogas, usó a su hija como escudo humano y se resistió a los policías que intentaban apresarlo. Sin embargo, la familia niega estas afirmaciones.

El caso se volvió especialmente polémico cuando un exgeneral de la policía, Ronald de la Rosa, quien es también uno de los senadores que apoya con más firmeza la guerra contra las drogas de Duterte, justificó la muerte de la niña diciendo que “estas cosas pasan” y que fue un “daño colateral inevitable”.

De su lado, el portavoz de la policía, Bernard Banac, informó de que los policías involucrados en los hechos han sido suspendidos mientras son investigados y secundó la versión de los oficiales, que aseguraron que el padre de la niña sacó primero un arma.