Libia supera los mil contagiados de COVID-19 sumido en una guerra que no cesa

Trípoli, 6 jul (EFE).- Libia, país sumido en el caos y la guerra civil desde que en 2011 la OTAn contribuyera militarmente a la victoria rebelde sobre la dictadura de Muamar al Gadafi, superó hoy el millar de contagios de COVID-19.

Según el Centro Nacional para el Control de Enfermedades, el número de personas afectadas por el coronavirus asciende a 1.046 después de que en las últimas 24 horas se confirmaran 71 casos, todos ellos locales menos uno importado.

El número de decesos también se elevó a 32 después de que se certificaran cinco muertes por efecto del virus: dos en Trípoli, dos en el oasis de Sebha, capital de la región sur y uno en la localidad de Zitlen, mientras que 252 personas han superado la enfermedad.

De acuerdo con la citada autoridad sanitaria en la capital, el aumento de los casos en la última semana se debe a los cortes diarios del suministro de electricidad, que se prolongan muchos días más allá de las 24 horas y que obligan a la población a salir de casa y a agolparse en las gasolineras para comprar combustible para los generadores, que también escasea.

También es debido al relajamiento de las medidas de prevención y distanciamiento en mercados y comercios, donde la población se concentra sin mascarillas ni la higiene necesaria.

La guerra civil se recrudeció en Libia a finales de 2015 como consecuencia del fracaso del plan de paz diseñado por la ONU, que dejó el país divido en dos partes con dos gobiernos enfrentados, uno llamado Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) sostenido por la ONU en Trípoli, y otro no reconocido por la comunidad internacional tutelado por el mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte del país.

Los combates se repiten con extrema intensidad en el oeste del país desde que hace quince meses el referido oficial levantara un cerco para tratar de conquistar la capital.

Desde entonces, han muerto más de 1.800 personas -cerca de 400 de ellas civiles-, alrededor de 20.000 han resultado heridas y cerca de 200.000 se han visto obligadas a abandonar sus hogares y convertirse en desplazados internos.

El conflicto ha destruido, asimismo, el ya de por si precario sistema de salud del país, monopolizado por el tratamiento de las heridas de guerra y carente tanto de personal sanitario cualificado como de instrumental y medicinas.

A finales de abril, la ONU pidió un alto el fuego para luchar contra la pandemia que fue rechazado por ambos contendientes que siguen reticentes a sentarse en la mesa de diálogo.

Los combates en torno a la capital han convertido el conflicto en un enfrentamiento multinacional, totalmente privatizado, librado por milicias locales y miles de mercenarios extranjeros llegados principalmente de Siria, Sudán, Chad y Rusia.

Y dejando a la intemperie a miles de migrantes irregulares que tratan de hacerse a la mar para llegar a Europa a través de mafias que operan en la costa noroeste del país. EFE

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