Daniel Martínez, el triunfo de la fe
El pedalista colombiano, que fue vendedor de dulces, dudó entre el fútbol y el ciclismo
Daniel Martínez era un hijo aplicado que ayudaba a sus padres, vendedores ambulantes, un joven trabajador y un buen estudiante, que no pudo presentarse a su examen de graduación porque a esa misma hora levantaba los brazos en una carrera.
En el juego de elegir los caminos por los que te lleva la vida, el ganador de la decimotercera etapa del Tour de Francia dudó entre fútbol y ciclismo, pero acabó apostando por la bicicleta, la pasión que le inculcó su hermano Jeison, que convirtió en un oficio que le ha llevado a su triunfo más glorioso.
El ciclista de Soacha firmó en el macizo central su victoria de más lustro, cerca de los Alpes donde hace un mes se apuntaba la prestigiosa Dauphiné.
"Esto es un sueño. Tengo otros triunfos, en la Dauphiné o en la París-Niza, pero esto es otra cosa. De niño veía el Tour con mis padres y soñaba con correrlo, con subir esas montañas que veía en la tele", aseguraba el corredor del Education First.
Vendedor de dulces
Originario de una familia modesta, Martínez vendía dulces en los descansos del colegio para ayudar a sus padres a pagarse los estudios. Su responsabilidad le llevó a apartarse de las malas compañías que abundaban en su entorno.
Con apenas 24 años, se ha convertido ya en una de las realidades del ciclismo colombiano, en plena expansión, como se está viendo en el Tour, donde cuatro compatriotas figuran entre los diez mejores de la general a falta de lo más duro de la carrera.
"Nunca habíamos estado tan bien, con cuatro colombianos en el 'top 10' y con opciones de ganarlo. El ciclismo colombiano demuestra que hay mucho talento, pero no solo por los que estamos aquí, también por los niños y jóvenes que vienen haciendo muy buen trabajo", señala.
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Al Tour llegó con dos mandatos: respaldar a su compatriota Rigoberto Urán, el jefe de filas del equipo en busca de su segundo podium, tras el segundo puesto que hizo en 2017; y explotar sus propias opciones si prolongaba el estado de gracia con el que acabó la Dauphiné.
La carretera le puso enseguida en su lugar. Una caída le apeó de los primeros puestos y, al tiempo, le dio cierta libertad, la de buscar una victoria de etapa.
"Se me bloquearon algo las piernas y mentalmente no estaba tampoco muy bien. Pero sabía que estaba bien físicamente, porque recuperé bien de la Dauphiné. Así que me puse a ver qué etapa podía irme mejor", explica.
Sus directores le mandaron a la ofensiva para que sirviera de eventual ayuda a Urán. Pero la escapada de una docena de corredores cobró fuerza y una renta que les permitía jugarse la victoria de etapa.
"No me veía perdiendo el sprint"
"En ese momento pensé que podía lograrlo, que el triunfo estaba a mi alcance. Cuando empezamos las últimas ascensiones, Maximilian Schachmann me sacaba 40 segundos y creía que sería segundo. Pero cuando le alcancé, no me veía perdiendo el 'sprint' y creí en la victoria", indica.
De nuevo, la apuesta le salió ganadora y en las rampas finales del Puy Mary, donde cada golpe de pedal apenas hacía avanzar la bicicleta, Martínez no se dejó llevar y superó a otro alemán, Lennard Kämna, para ganar la etapa.
Un triunfo que prolonga el idilio de este ciclista combativo y luchador, tras su victoria en la Dauphiné.
Martínez corre su segundo Tour, tras haber sido 36 en el de 2018, cuando el equipo le dio los galones tras la retirada de Urán, que defendía podio. Además, ha participado dos veces en el Giro de Italia, aunque solo completó el de 2016.
En 2018 subió al podio de la Vuelta a California, la primera vez que lo hacía en el circuito World Tour
Martínez, que se confiesa admirador del español Alberto Contador, demostró en el Tour sus dotes de escalador, pero también es un buen contrarrelojista, como demostró en los campeonatos de su país.
En 2019 ganó también en montaña la etapa reina de la París-Niza, con cima en la montaña de Turini.
Ese mismo año tuvo que renunciar al Tour por una caída en los entrenamientos en la que se fracturó el escafoides. Pero se recuperó a tiempo para ganar el oro contrarreloj en los Panamericanos.
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