Participación desigual

Algunos expertos están siendo optimistas. Anticipan que como resultado de la pandemia la brecha en la participación de hombres y mujeres en el mercado laboral disminuirá. A nivel global, según la Organización Internacional del Trabajo, al inicio de la pandemia el porcentaje de hombres en edad productiva que trabajaba en el mercado laboral ascendía al 75%, mientras el de las mujeres era del 49%, una diferencia de 26 puntos porcentuales. El dato para nuestro país mostraba un 79.5% y un 54.4%, respectivamente. Por supuesto, eso no significa que las mujeres que no participaban estuvieran ociosas, pues una gran porción realizaba trabajos domésticos y otras clases de servicios fuera del mercado, lo que usualmente está asociado con mayores precariedades y un menor nivel de independencia personal.

Las cifras indican también que en promedio las mujeres dedican tres veces más tiempo que los hombres al hogar y al cuidado de niños y ancianos. Sumando ese tiempo al dedicado a empleos remunerados, el número de horas diarias trabajadas por las mujeres es superior al de los hombres.

La opinión habitual es la de que esa situación implica además que los trabajos desempeñados por mujeres son más vulnerables a las fluctuaciones económicas, siendo los más afectados por recortes de personal, relocalizaciones y transformaciones operativas. No obstante, los optimistas que mencionamos al principio consideran que el trabajo remoto auspiciado por la pandemia beneficiará a las mujeres. Pudiera suceder que después de que pase, todo vuelva a ser como era antes, pero las señales sugieren que el trabajo a distancia persistirá en numerosos casos, y que la pandemia sólo aceleró una tendencia que ya estaba vigente.

Otros expertos no están tan convencidos y los indicios son mixtos. El Instituto Peterson reporta que en el 2020 la brecha de participación disminuyó en Australia, el Reino Unido, Dinamarca y Noruega, pero aumentó en Corea del Sur, Japón, los EE.UU. y Canadá.