Kombucha, “¿con qué se come eso?”

Las tendencias dietéticas forman parte del día a día, por eso vamos a revisar una de ellas que data desde hace cientos de años y que tiene una propuesta interesante. La Kombucha es un té fermentado que se utiliza como parte de una estrategia nutricional que propone grandes beneficios y supuestos efectos curativos. Dentro de algunas de las historias en internet que hablan sobre su origen, se habla de esta bebida en la dinastía china en los años 220 antes de Cristo y su nombre podría derivar de un médico coreano llamado ‘Kombu’, quien introdujo esta bebida al rey japonés de su época como parte de un tratamiento médico.

Según las fuentes revisadas, es una bebida a base de té verde, rojo o negro, endulzado, a la que se añaden un grupo de bacterias, hongos y microorganismos que fungen como probióticos, adquiere un sabor amargo y carbonatado en el proceso de elaboración.

A esta bebida le llaman también té de hongo o SCOBY, pero realmente no es un hongo per se, SCOBY es un acrónimo de la colonia simbiótica de bacterias y levaduras (en inglés, Symbiotic Colony of Bacteria and Yeast), que crea esta masa gelatinosa parecida a un hongo y es la fuente de probióticos y beneficios de esta bebida.

¿En qué influyen los probióticos en nuestra salud? Promueven una microbiota o flora intestinal variada y esto guarda relación con nuestro sistema inmunológico, control de peso y otros aspectos de importancia.

Esta bebida supone también un alto contenido de antioxidantes, principalmente polifenoles. Por este contenido se le atribuyen beneficios relacionados a la prevención del cáncer, anti-envejecimiento, mejoras en función cerebral y otras.

Es importante que reconozcamos la importancia de estimular el crecimiento de nuestra microbiota intestinal, que en este caso, depende de la cantidad de azúcar que esta bebida pueda tener, pues los microorganismos no sobreviven en un ambiente azucarado.

Resaltamos entonces la importancia de los probióticos y estimulamos el consumo regular de alimentos que promueven su desarrollo como el yogur, el kéfir, las frutas, los vegetales y la fibra en los cereales integrales. Nuestra dieta deberá tener más influencias de estos alimentos que de cualquier otra bebida o preparación.

Dra. Erika Pérez-Lara Doctora en Medicina. Especialidad en Nutriología Clínica en INTEC. Master en Nutrición y Alimentación en Universidad de Barcelona (UB).