Cuando la moda se alejó de lo que estaba de moda

La diseñadora francesa Sonia Rykiel falleció a los 86 años. (Foto: AP Foto/Thibault Camus, Archivo)

Eternamente coronada de un ardiente flequillo, Sonia Rykiel, quintaesencia del punto confortable, empezó en el prêt-à-porter por casualidad y acabó transformándolo con prendas desenfadadas pero sensuales.

Eternamente coronada de un ardiente flequillo, Sonia Rykiel, quintaesencia del punto confortable, empezó en el prêt-à-porter por casualidad y acabó transformándolo con prendas desenfadadas pero sensuales, con una apuesta constante por la comodidad lejos de toda tendencia.

La de Rykiel es la historia de cómo una mujer nacida en el seno de una familia acomodada, que no quería trabajar y solo aspiraba a tener diez hijos, acabó vistiendo a generaciones de mujeres que podían permitirse buscar, también en la moda, la emancipación.

Diseñar no entró en sus planes hasta que, embarazada de su primer hijo, no encontró ropa a su gusto.

Terminó por diseñar y encargar sus propios jerséis de punto pero encontraba el resultado “demasiado ancho o no lo suficientemente ancho, o los hombros demasiado grandes, o las mangas demasiado cortas”, hasta que al final, tras siete intentos, “fue perfecto”, recordaba al diario británico “The Guardian” en 2013.

Había nacido el emblema Rykiel, el jersey ajustado de punto y los vestidos premamá que vendería en la tienda de su marido en el distrito XIV de París.

A pesar del imperio creado, cuentan que la presentación de cada una de sus colecciones le provocaba un nudo en el estómago, como si fuese la primera vez.

Una tras otra, sus temporadas hicieron apología del negro, portado por alegres y expresivas maniquíes cuya sonrisa incondicional sobresalía entre la seriedad habitual dominante entre las modelos de los desfiles parisinos.

Cual joven ejército de “rykieles”, solían lucir además la misma voluminosa cabellera roja característica de la modista.

Con ochenta primaveras, la diseñadora presenciaba todavía desde la primera fila los desfiles de su “maison”, cuyas riendas confió definitivamente a su hija Nathalie en 2007.

Seductora y hedonista, la también escritora Rykiel amaba locamente el chocolate y entre la decena de libros que publicó contó por primera vez en “N’oubliez pas que je joue” (2012) su relación con el Parkinson que padecía y cuya batalla terminó anoche, a los 86 años.

“Más tarde, cuando ya no sea la misma, ofreceré cócteles sublimes en preciosos vasos. Seré joven por mucho tiempo, no me dejaré absorber por la vejez, lucharé, me transformaré”, anunciaba Rykiel en el mismo libro.