El mensaje de la embajadora Campos abre las puertas a la sociedad civil que RD necesita
República Dominicana exige una sociedad civil que no se alquile
República Dominicana atraviesa un momento que obliga a revisar, sin ambigüedades, quiénes han hablado en nombre del país y a qué intereses han servido realmente.
Durante años, grupos que se autoproclamaron “sociedad civil”, amparados bajo el paraguas de USAID y envueltos en una autoridad moral construida más por financiamientos que por legitimidad social, impulsaron agendas ajenas a la identidad dominicana. En nombre de la modernidad, defendieron causas importadas y evitaron transparentar quién costeaba sus posiciones públicas.
Ese escenario se volvió más delicado cuando el país comenzó a enfrentar la amenaza creciente procedente de Haití, cuya inestabilidad hoy constituye un riesgo real para la seguridad y la cohesión social dominicanas. A ello se suma un dato revelador confirmado por la embajadora estadounidense Leah Francis Campos: el Gobierno de Joe Biden presionó a República Dominicana para mantener abierta la frontera incluso en momentos críticos, exigiendo decisiones que ningún Estado responsable habría tomado voluntariamente.
La era de una “sociedad civil” que se alquila debe cerrarse. Durante demasiado tiempo, actores que dominaron el espacio público operaron más como voceros de sus financiadores que como interlocutores del pueblo dominicano. Algunos lo hicieron por conveniencia, otros por convicción ideológica, y no faltaron quienes recurrieron al chantaje emocional o mediático para imponer sus visiones. Ese modelo, además de frágil, es contrario al espíritu democrático.
República Dominicana puede y debe respetar la diversidad y los derechos de todas sus minorías, pero sin aceptar agendas que pretendan uniformar al país según criterios ajenos a su historia y su cultura. La inclusión auténtica no nace de la presión externa, sino del reconocimiento mutuo, el diálogo y el fortalecimiento de instituciones que protegen a todos por igual.
La sociedad civil que el país necesita es aquella que parte de la autonomía, la integridad y la comprensión del país real: que no se arrodille ante financiamientos condicionados, que no defienda causas desvinculadas de las prioridades nacionales y que no manipule a la opinión pública para imponer su agenda. Una sociedad civil que fiscalice, exija y contribuya desde la coherencia.
Hoy se abre una ventana generacional. La crisis haitiana, la confirmación diplomática y el agotamiento del viejo modelo permiten reconstruir una sociedad civil antifrágil, honesta y profundamente dominicana. Si el país aprovecha esta oportunidad histórica, podrá levantar una sociedad civil que no se alquile, no se venda y no se preste a servir a intereses que no son los del pueblo dominicano.