¡Es la corrupción!

Los programas asistenciales unos, de ayudas otros, que el PLD ha levantado para suavizar los efectos de COVID-19 habrán beneficiado a su candidato. Es lógico, aunque no muy democrático en campaña electoral.

Pero no necesariamente borran la razón principal por la que la intención de voto para lograr un cambio en el Palacio sigue arriba en las encuestas. La corrupción ha sido y es el talón de Aquiles de un gobierno, que en otras vertientes suscita confianza.

No hace falta repetir que la Corporación, como se conoce al Comité Político del PLD, demuestra una riqueza difícil de entender. Es más, es hasta difícil de dimensionar. Tampoco se han esforzado mucho ni en disimularla ni en defenderla.

Y ahí es donde queda demostrado que el poder obnubila. Coloca a los poderosos y más si llevan muchos años “arriba” en un estado mental ajeno a la realidad. A la de los demás y a la que volverán algún día.

No se entiende que el caso Odebrecht se haya quedado en la gaveta donde se guardan los “déjalo ahí” y que este sea el único país que no lo ha enfrentado con decisión y rapidez. Es uno de tantos casos, el emblemático, el que le hubiera dado la oportunidad de limpiar su imagen y hacernos olvidar su desgana a la hora de combatir la corrupción.

El Gobierno que suba en agosto tiene ese compromiso con el país, con los ciudadanos que han demostrado, estudios y encuestas por medio, que la corrupción es un tema en el tope de la lista de sus preocupaciones.

¿Pueden Gonzalo y Luis hacer esa promesa? ¿Y cumplirla? Les basta con cumplir la ley, no tienen que inventar la rueda...