Un momento crucial
La semana nació acelerada, con la resaca del abortado viaje de Jean Alain Rodríguez el jueves anterior. La procuradora emitió una declaración pública en que se desliga del impedimento de salida y adelanta su inhibición en caso de que éste fuera imputado. Todo apuntaba a que se produciría lo que en efecto ocurrió.
Pero la lucha contra la corrupción no se mide en cómo empiezan los casos, sino en cómo terminan. Hay un ánimo de linchamiento público de los encausados en las tres mega operaciones en curso que tampoco augura necesariamente justicia. Tenemos el caso Odebrecht como ejemplo de cómo se pueden eternizar los procesos y cómo los casos pueden estar o no estar bien fundados. En el camino se libran algunos “culpables preferidos” y se complica la existencia de colaboradores accidentales.
No, la justicia no llega por el aparataje de los procedimientos, la espectacularidad de los allanamientos o los insultos en las redes.
Lo que sí es cierto es que los montos de dinero que se asocian a estos casos son increíblemente altos. Ya no roban diez, cien millones. Roban miles de millones. Cientos de millones de dólares por persona. Se habla de unas cifras imposibles de ocultar, difíciles de guardar, complicadas de gastar.
La independencia del Ministerio Público se reconoce como uno de los puntos fuertes de este gobierno. Es tan independiente que Miriam Germán ya se ha inhibido en dos de los casos más importantes que se trabajan: el de Odebrecht y ahora en la Operación Medusa.
Es un momento crucial. Sabíamos que lo que se empezó, tenía que llegar hasta el final. Pero terminar bien.
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