Las redes como arma de desquite

Podría explicarse, pero podría no explicarse, también. La política, privando en correcta, considera que los perremeístas debieran empujar la carreta de su gobierno, ahora que todavía a un año la carga es ligera.

La propia administración se encargó de echarse al hombro lo que podría ser un peso muerto, pero que, con la magia del marketing, lo convirtió en maravillas.

Los que no pudieron criticar las políticas o reconocer la obra, censuraron el gasto, como si lo subsidiario fuera más importante que lo principal.

Así pudo haber quedado el muñeco, si entre las disidencias no se contaran voces suyas, de adentro, que no se aguantaron las ganas y uno que otro pellizquito y mándate a huir.

La experiencia del pasado salió a camino, y más que un juicio, una sentencia: Ellos son así - ¿Quiénes? – Ellos, y árbol que crece torcido, aunque gane elecciones, nunca su rama endereza.

Solo que la destitución de Faña vino a confirmar que ese ánimo contrario es de lado y lado. Tampoco era tiempo para cobrar murmuraciones, para imponer silencio en el solar.

La convivencia siempre es difícil, pero peor con las redes como arma de desquite.