Peledeístas haciendo de perredeístas

Se ha perdido el prigilio entre morados

No hay dudas de que el pasado martes los peledeístas se pasaron de bebida y sin ningún pudor todos se pegaron a pico de botella.

Las mujeres y los varones.

Felucho casi lloró ante lo irremediable: la división del partido, y Monchy que no andaba lejos remató con quien quiera irse, que se vaya.

El día había amanecido más temprano con Margarita y su perder-perder saliendo de la manigua, y ya todos en ropa de faena, la hermanísima sacó de sus casillas a Merán.

Créese que la gente de Leonel tiene mucha sangre y que un pinchazo basta para provocarle hemorragia, y la de Danilo, con un cuchillito de palo que no amuela, no descansa en la zozobra.

Aunque ese encono de último día no se sabe si fue originado por el fabulador de Miami o por la reunión de los oficialistas en un club de alto voltaje.

El trance es interesante, aun cuando no es más que los peledeístas haciendo de perredeístas, pues no deben olvidarse los tiempos de Majluta y Jorge Blanco. No solo se dejó de votar iniciativas de gobierno, sino que se formaron dos bufetes, y como eran tantos senadores, siguieron siendo mayoría.

Balaguer ayudó entonces.

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