La hora del ciudadano

A menos que se sea un activista por cualquier causa social o política, el ciudadano de a pie tiene pocas oportunidades de influir en la esfera política o estatal.

Si bien es cierto que la democracia ofrece numerosas opciones de participación y las democracias maduras son un buen ejemplo de ello, las democracias “en construcción” como la muestra carecen de los mecanismos de representación en los diferentes niveles de interés del ciudadano.

Y además, al ciudadano le es difícil participar, ya sea por su baja formación política y educativa, en muchos casos, o por los obstáculos que le ponen en el camino los representantes del poder a todos los niveles amparados en leyes creadas para su protección.

Pero hay un día cada cuatro años, que es el “día del ciudadano”, jornada en la que aquel es libre de pronunciarse con todo su corazón y cerebro en favor de las causas que promueve, para tratar de avanzar al país por el sendero que cree correcto para él, para sus hijos y para la sociedad como un todo.

Ese es el día que el ciudadano no puede desaprovechar. Hay que votar.