Chile: entre la moderación y la polarización

La doble vuelta electoral como factor clave en la dinámica política chilena

Hay razones para pensar que la política en Chile, como sucede en muchos países, está marcada por una fuerte polarización política e ideológica. Más que otros lugares, esta polarización luce más definida y palpable, pues en las recién pasadas elecciones presidenciales el candidato triunfador -José Antonio Kast- puede considerarse de extra derecha ya que rompió con la derecha tradicional de su país, la que llevó dos veces a Sebastián Piñera a la presidencia, para colocarse más a su derecha, mientras que la candidata perdedora -Jeannette Jara- ha sido desde joven una militante del Partido Comunista chileno. El primero obtuvo el 58.16 % de los votos, mientras que la segunda alcanzó el 41.84 %, un porcentaje nada despreciable para cualquier candidato en cualquier país del mundo. De hecho, en las elecciones de 2021, el candidato perdedor fue precisamente Kast, quien alcanzó el 44.1 % de los votos, a penas 2.26 puntos más que Jara en esta oportunidad. A su vez, el candidato triunfador en esas elecciones fue el actual presidente Gabriel Boric con un 55.9 %, también con apenas 2.26 puntos menos que lo obtuvo Kast esta vez.

El sistema de doble vuelta electoral puede ser un factor importante en ese movimiento pendular que se ha producido en los últimos procesos electorales en un contexto de gran fragmentación partidaria, tanto en la izquierda como en la derecha. La pauta que se percibe es que el electorado se comporta en la primera vuelta movido por sus simpatías primarias, lo que da como resultado que los candidatos que pasan a la segunda vuelta obtengan un porcentaje bastante bajo en la primera ronda de votación para luego repuntar e inflarse en una segunda vuelta. En 2021 Boric quedó en un segundo lugar con el 25.8 % de los votos para luego subir 30.1 puntos, mientras que esta vez Kast alcanzó el segundo lugar en la primera vuelta con el 23.9 % para luego subir 34.23 puntos y ganar las elecciones. Es una dinámica política en torno a la doble vuelta electoral distinta a lo que ocurre en la República Dominicana donde sólo una vez en ocho elecciones presidenciales consecutivas con el esquema de doble vuelta electoral el electorado no decidió el triunfador en primera vuelta, la cual sucedió en 1996, la primera vez que se implementó ese mecanismo electoral.

En Chile, a pesar de esos movimientos pendulares del electorado que proyectan una polarización extrema, la cultura política y los constreñimientos institucionales mueven a los actores hacia el centro político. Un ejemplo evidente es el de los procesos constituyentes que tuvieron lugar en 2022 y 2023 en el contexto de un pacto político para reformar la Constitución como respuesta a las grandes protestas sociales de 2019. El primer intento se movió demasiado a la izquierda y el electorado lo rechazó, pero igual pasó con el segundo intento que se movió demasiado a la derecha y también el electorado lo rechazó, en ambos casos a través de un plebiscito.

Otro ejemplo de moderación política es la reforma del sistema de seguridad social durante el gobierno de Boric. Tras diez años de intentos fallidos por reformar dicho sistema, se logró una reforma producto de un diálogo social y político, precisamente con Jeannette Jara como figura visible en las negociaciones en su condición de ministra de Trabajo. Esa moderación también puede verse en el ejercicio de poder del presidente Boric en sentido general, quien no incursionó en el populismo macroeconómico propio de los gobiernos de izquierda latinoamericanos, lo que mantuvo la estabilidad y el crecimiento, si bien moderado. Su defensa firme de la democracia lo proyectó en la comunidad internacional como un verdadero demócrata, lo que, además, se puso de manifiesto con su comportamiento elegante, respetuoso y fino en ocasión de la muerte trágica de su contrincante Sebastián Piñera.

El ritual de las llamadas telefónicas y de los encuentros presenciales entre Boric, como presidente saliente y Kast como presidente electo fue también una muestra de la moderación en medio de la polarización. El lenguaje verbal y físico de ambas figuras puso de manifiesto un compromiso con el orden institucional democrático y republicano que llama al diálogo, la tolerancia y el respeto a las diferencias. Aunque Boric salió del movimiento estudiantil y de las protestas sociales, él fue capaz de trascender poco a poco su propio nicho político e interpelar a la sociedad en un sentido más amplio, aunque nunca fue aceptado por sectores antagonistas extremos que vieron en él no lo que realmente es, sino lo que ellos entendían que era. Ahora le toca el turno a Kast, quien tiene que ser capaz de ir más allá de la ideología populista de derecha y adoptar posturas pragmáticas para enfrentar los retos económicos y sociales de Chile.

Aunque no puede negarse que en Chile hay una fuerte demarcación entre izquierda y derecha que genera un “equilibrio inestable de los compromisos”, para usar una vieja frase de Antonio Gramsci a falta de una mejor, hay que resaltar que la manera cómo se ha comportado el sistema político indica que es posible lograr estabilidad, gobernabilidad y moderación si los actores políticos se comprometen con el respeto a las reglas y las vías institucionales, incluyendo el reconocimiento de los adversarios como actores legítimos, siempre que sean leales al orden constitucional. Es una lección para muchos países de América Latina en los que la radicalización, de un signo ideológico u otro, los ha llevado al autoritarismo o a la ingobernabilidad.

Abogado y profesor de Derecho Constitucional de la PUCMM. Es egresado de la Escuela de Derecho de esta universidad, con una maestría de la Universidad de Essex, Inglaterra, y un doctorado de la Universidad de Virginia, Estados Unidos. Socio gerente FDE Legal.