El loco de Dios, y 2

La ética del presente contra la promesa del futuro

En el libro El loco de Dios en el fin del mundo, Javier Cercas provoca sacudidas.

—Existe— escribe—, una ética cristiana y una ética atea… La oposición entre una y otra ética se encierra en dos versículos casi calcados, uno de un evangelio auténtico y otro de un evangelio apócrifo, uno obra de san Mateo, otro de José Luis Borges.

—El versículo de san Mateo — dice: “Bienaventurados los de limpio corazón porque verán a Dios”. El de Borges reza: “Bienaventurados los de limpio corazón porque ven a Dios”.

Como se observa, ambos versículos solo se diferencian en que uno está expresado en futuro (verán) y el otro en presente (ven).

El autor concluye: —El ateo de Borges ejerce la virtud por sí misma, no en función de un premio o castigo. El cristiano de san Mateo… porque espera la recompensa máxima en el cielo.

De ahí deduce: —La ética atea es superior a la cristiana, pero también más exigente que ella: es la ética de los fuertes, la rutilante del superhombre de Nietzsche. La ética cristiana es inferior a la atea, pero también mucho menos exigente: es la ética de los débiles, la modesta ética realista, a escala humana, del pecador san Pedro.

Hace una concesión (sus dudas no lo dejan en paz) y suaviza sus tajantes afirmaciones: —A menos que creas de verdad y obres con justicia, valor y rectitud no con la esperanza de ver a Dios y obtener a cambio un eterno suplemento vital.

En el fondo, lo que hace es remontarse a la esencia de uno de los poemas místicos españoles de mayor intensidad y belleza, apócrifo, publicado en 1628, que reza: “No me mueve mi Dios para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido, para dejar por eso de ofenderte…”.  

Para decidirse a escribir su libro el escritor tuvo la oportunidad de dialogar con un grupo de personalidades del Vaticano sobre los asuntos más espinosos del catolicismo y la visión del pontífice.

Según le dijo Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, “el corazón del cristianismo, para el papa, es el amor de Dios que se entrega a nosotros y que se manifiesta en el Cristo crucificado… y a uno, cuando se encuentra con eso, no le obsesiona la vida eterna… Pero es verdad que hay momentos en la vida, sobre todo cuando uno se hace mayor, en que uno piensa que se va a morir, y entonces llega el miedo a la muerte. Y ahí aparece la apuesta de Pascal: Si no es verdad que existe (Dios) no pierdes nada; si es verdad, lo ganas todo”.

Uno de los episodios más conmovedores es la entrevista que el papa Francisco le concede al autor mientras vuelan de regreso de Mongolia a Roma. Se introduce recordándole que en el momento de su designación un periódico tituló la noticia así: argentino, pero modesto.

Luego de la nota de humor lo sorprende y le dice: —Disculpe, Santidad. Me había dicho que, a usted, como a mi madre, le prometieron la eternidad.

—Claro —responde el pontífice—, es la promesa del Señor: que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Esa promesa es extraordinaria, y a la vez es ordinaria, porque se cumple en cada minuto de cada día. Con la resurrección de Cristo se plantó la semilla de la resurrección de toda la humanidad. Y, como dice san Pablo, si no creemos que Jesucristo resucitó, vana es la fe.

El escritor tenía reservada una bala de plata. La disparó con fruición. — Santidad, ¿si ese es el núcleo del mensaje de la iglesia, ¿por qué la iglesia habla tan poco de él?

Encontró una respuesta, por obvia, inesperada. — ¿Tan poco? No sé. Yo creo que no hablamos de otra cosa. Fíjese en que el domingo es el día en que la gente va a la iglesia, va a misa. Y, ¿por qué? Porque es el día de la resurrección del Señor. Eso es precisamente lo que celebramos cada domingo.

—Entonces le puedo decir a mi madre que, cuando se muera, va a ver a mi padre.

—Con toda seguridad. Con toda seguridad. Es extraordinario, pero así es. La promesa del Señor es esa. Nos va a llevar a todos allá. A todos. A su madre. A su padre. A usted también, aunque no crea. ¡Qué le vamos a hacer! Son las cosas de Dios. 

Libro para meditar. ¡Feliz Nochebuena y Navidad!

Eduardo García Michel, mocano. Economista. Laboró en el BNV, Banco Central, Relaciones Exteriores. Fue miembro titular de la Junta Monetaria y profesor de la UASD. Socio fundador de Ecocaribe y Fundación Siglo 21. Autor de varios libros. Articulista.