Geopolítica, guerra comercial y economía local

«El gobernador explicó que la creciente incertidumbre del entorno internacional, asociada principalmente a las disputas comerciales entre Estados Unidos de América y China y el escalamiento de las tensiones geopolíticas en distintas áreas del mundo, ha provocado una apreciación del dólar estadounidense a nivel internacional y, consecuentemente, presiones cambiarias en el resto de las economías avanzadas y en las economías emergentes que se han exacerbado en los meses recientes. [...] De forma particular, las actividades generadoras de divisas, como la inversión extranjera directa y las remesas han registrado un buen desempeño, compensando la moderación reciente del turismo». Banco Central de la República Dominicana, septiembre 14, 2019

Los ataques terroristas a las principales instalaciones procesadoras del petróleo en Arabia Saudita y la suspensión temporal de la producción de la planta más importante – cerca del 50% de la capacidad de producción de dicho país – envían al escenario internacional señales que apuntan en diversas direcciones. Una señal es que la muy probable participación de Irán representa un grave desafío para los intereses de Estados Unidos y sus aliados en la región del Oriente Medio (en la acepción laxa del término). Con la decisión de Trump de romper el acuerdo nuclear con Irán y restablecer las sanciones económicas, han implicado una mayor radicalización del gobierno iraní y, por tanto, un incremento en los ataques armados de movimientos guerrilleros, tanto en Iraq como en Yemen, respaldados por el gobierno de Irán.

Asimismo, ha puesto de manifiesto las vulnerabilidades que padece la política exterior de Trump en un escenario doméstico que restringe sus opciones de respuestas en el plano externo, dado que el año venidero intenta ser reelegido en el cargo. De manera que luce improbable que el presidente norteamericano se involucre en una retaliación militar. Y eso lo saben no solo los iraníes. También lo saben los rusos y los chinos. Esa vulnerabilidad puede dejar muy mal parado a Estados Unidos frente a sus aliados en esa convulsa región. Por lo visto, el camino a elegir por Trump podría ser, como ya ha ocurrido, acudir a la ONU y endurecer las sanciones económicas. Pero este camino lamentablemente no ha sido muy efectivo cuando se trata de enfrentar a gobiernos autoritarios, que no necesitan legitimarse mediante procesos democráticos. Esta asimetría en el ejercicio del juego democrático afecta mucho más a las decisiones de Trump que a las de Irán, China o Rusia.

Otro factor por destacar del reciente ataque a la producción petrolera de Arabia Saudita es la reacción en los mercados del crudo y en los mercados financieros internacionales. Como se sabe, los precios del petróleo se dispararon en una proporción no vista en varias décadas. Y la inquietud es si esto pudiera tener un efecto muy dañino en el entorno económico internacional. Cuando ocurren eventos como el analizado es común que los mercados tengan inicialmente una sobre reacción y, luego, comiencen a ponderar, con nuevas informaciones, los factores en juego y moderen sus expectativas de riesgos.

Como hemos visto, las restricciones a la política exterior de Estados Unidos limitan la agresividad con la que pudiera reaccionar ante esta violenta provocación; pero Arabia Saudita tiene, también, sus propias limitaciones para responder agresivamente a Irán. Entre estas limitaciones está el propósito que tiene Aramco, la principal empresa petrolera del régimen saudita planea debutar en el mercado saudita de acciones con una oferta inicial que pretende colocar acciones por un monto US$100,000 millones y luego abrirse a los mercados financieros internacionales, según reporta el Wall Street Journal. Esto podría implicar que el gobierno saudita esté más interesado en calmar a los potenciales inversionistas que entrar en un conflicto bélico con Irán.

De forma que en el corto plazo el principal interés sería restablecer la afectada capacidad de producción de Aramco y utilizar las reservas de Arabia Saudita para estar en condiciones de suplir la demanda de sus socios comerciales, principalmente en Asia. Si a esto se une el propósito de Estados Unidos de utilizar sus propias reservas, el efecto en los precios internacionales del petróleo podría moderarse en las próximas semanas.

Sin embargo, un hecho como el ataque a las instalaciones petroleras sauditas, revela que la coyuntura internacional descansa sobre bases muy frágiles y que un conflicto bélico de envergadura pudiera surgir en el momento menos pensado. Y si a esto unimos la guerra comercial de Estados Unidos y China, y la amenaza de una recesión global, es obvio que el balance de riesgos internacionales es negativo.

Y precisamente, en este sentido, el economista Nouriel Roubini – profesor de NYU, y a quien se le atribuye haber anticipado la crisis financiera del 2008 – argumenta que esos riesgos podrían generar una recesión global en el 2020. Sostiene que, si la confrontación de Estados Unidos con Irán se convierte en un enfrentamiento militar, “los precios del petróleo se dispararían y provocarían una recesión, tal como ocurrió durante previas conflagraciones en Oriente Medio en 1973, 1979 y 1990”.

La cuestión aquí es si la economía dominicana estaría preparada para enfrentar con relativo éxito una recesión global, de la que muy pocos países podrían salir ileso. Los dos instrumentos básicos de la política económica – la política fiscal y la política monetaria – tendrían, en el caso dominicano, serias limitaciones. Con un déficit fiscal del sector público en la frontera del 5%, es poco lo que podría hacer la política fiscal para contrarrestar los efectos recesivos del entorno internacional, y un mayor endeudamiento podría ser contraproducente. En el caso de la política monetaria, en la medida que la tasa de interés de política monetaria, en términos reales, se acerque a cero, se corre el riesgo de que dicha política sea menos efectiva.

Por lo tanto, con un ciclo político dominando las decisiones económicas del gobierno es probable que una recesión global nos encuentre en el peor de los escenarios. Sería un precio por pagar como resultado de las posposiciones de las reformas económicas e institucionales pendientes. Un precio muy caro, por cierto.