Qué dijo Colón

Pocos personajes históricos han sido tan intensamente estudiados como Cristóbal Colón. Su posible origen ha sido debatido numerosas veces por verdaderos expertos en su biografía y todavía hay quienes siguen cuestionando su más probable lugar de nacimiento, la ciudad de Génova o alguna aldea de los alrededores.

Otros cuestionan su moralidad, su capacidad para gobernar las nuevas tierras por él descubiertas, su lealtad a los Reyes Católicos, sus nociones geográficas, entre muchas otras cualidades.

Nadie, sin embargo, niega su extraordinaria habilidad como navegante ni pone en duda sus conocimientos astronómicos o su acendrada religiosidad.

Hay todavía quienes señalan sus contradicciones internas y su rígido autoritarismo como Virrey de las Indias, su codicia sin límites, su crueldad con los indios y con los trabajadores españoles que vinieron con él al Nuevo Mundo.


La pregunta de rigor:

¿Cómo pudieron Colón y

sus acompañantes, sin

conocer la lengua de los

taínos, entender tanto

acerca de sus

costumbres y, sobre

todo, de la existencia de

los "indios caribes"?

Tanto sus contemporáneos como los cronistas e historiadores que han venido escribiendo acerca de él durante los últimos quinientos años han vivido perplejos ante la complejidad de este hombre singular que siendo seguramente italiano escribía en castellano, y que prefería escribir su nombre como si fuera catalán o mallorquín, o lo hacía en latín.

Colón escribió mucho y dictó también varios documentos fundamentales para entender los primeros momentos del primer encuentro registrado entre europeos y amerindios. Sus primeras piezas acerca de las incidencias del descubrimiento son su bitácora y una "primera carta" a los Reyes Católicos dando cuenta de haber encontrado tierras nuevas en el occidente del Océano Atlántico.

Su Diario de navegación fue salvado por el cronista Bartolomé de las Casas, quien lo reproduce con glosas y comentarios propios en su famosa "Historia General de las Indias". Su primera carta a los reyes Colón la envió por la vía de Luis de Santángel, un funcionario que manejaba parte de las finanzas de la Corona de Castilla.

Las noticias que Colón dio en esta carta fueron las primeras que leyeron los Reyes Católicos y sus cortesanos, antes aún de que Colón se entrevistara con ellos en Barcelona a su regreso del Nuevo Mundo luego de su primer viaje.

Esta carta le dio la vuelta al mundo europeo y llegó hasta a circular en Asia antes del año 1500. De ella se hicieron numerosas ediciones en los principales idiomas europeos, y de las descripciones que Colón hizo de las nuevas tierras descubiertas por él los europeos se forjaron las primeras imágenes del mundo americano.

Esta carta todavía se lee con una mezcla de curiosidad y complacencia, y llama la atención la capacidad de Colón para retratar literariamente el paisaje tropical caribeño, particularmente sus primeros encuentros con los habitantes de las islas Lucayas (hoy Bahamas), Cuba y Haití (hoy Hispaniola en la cartografía internacional).

Colón escribió esta carta mientras navegaba de regreso a España y le fechó 15 de febrero de 1493. Se nota en su estilo la calma y el tiempo disponible que tenía cuando la redactaba pues su estilo es sosegado y contemplativo, aun cuando contiene pasajes argumentativos para reafirmar la singularidad del descubrimiento ante aquellos que no creían en sus ideas y propuestas.

De la isla de Santo Domingo, la cual ya había bautizado Española, dice lo siguiente:

"La Spañola es maravilla: las sierras y las montañas y las vegas y las tierras tan hermosas y gruesas para plantar y sembrar, para criar ganados de todas suertes, para edificios de villa e lugares. Los puertos de la mar, aquí no havría crehencia sin vista, y de los ríos muchos y grandes y buenas aguas, los más de los cuales traen oro.

"En los árboles y frutos e yervas ay grandes differencias de aquela de la Juana (Cuba): en ésta ay muchas specierías y grandes minas de oro y de otros metales. La gente d´esta isla y de todas las otras que he fallado y havido ni aya havido noticia, andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres los paren, aunque algunas mujeres se cobijan un solo lugar con una foia de yerva o una cosa de algodón que para ello fazen.

"Ellos no tienen fierro ni azero ni armas, ni sonpara ello; no porque no sea gente bien dispuesta y de fermosa estatura, salvo que son muy temerosos a maravilla. No tienen otras armas salvo las armas de las cañas cuando están con la simiente, a la cual ponen al cabo un palillo agudo, e no osan usar de aquellas, que muchas vezes me ha acaecido embiar a tierra dos o tres hombres a alguna villa para haver fabla, y salir a ellos d´ellos sin número, y después que los veían llegar fuían a no aguardar padre a hijo.

...

"Ellos de cosa que tengan, pidiéndogela, iamás dizen que no, antes convidan la persona con ello, y muestran tanto amor que darían sus corazones, y quier sea cosa de valor, quier sea de poco precio, luego por cualquiera cosicade cualquiera manera que sea que se le dé por ello sean contentos.

...

"Ellos tienen en todas las islas muy muchas canoas a manera de fustes de remo, d´ellas maloras, d´ellas menores, y algunas son mayores que huna fusta de diez e ocho bancos. No son tan anchas, porque son de hun solomadero, mas huna fusta no terná con ellas al remo, porque van que es cosa de no creer; y con éstas navegan todas aquellas islas que son innumerables y traten sus mercancías. Algunas de estas canosa he visto con 70 y 80 hombres en ella, y cada una cónsul remo.

...

"En todas estas islas no vide mucha diversidad de la fechura de la gente, ni en las costumbres, ni enla lengua, salvo que todos se entienden que es cosa muy singular para lo que espero que determinaran Sus Altezas...

...

"En todas estas islas me paerce que todos los ombres sean contentos con una muger, y a su maioral o Rey dan fasta veinte. Las mugeres me parece que trabaxan más que los ombres. Ni he podido entender si tienen bienes propios, que me parecio ver que aquello que uno tenía todos hazían parte, en especial de las cosas comederas.

"En estas islas fasta aquí no he hallado ombres monstrudo, como muchos pensavan, más antes es toda gente de muy lindo acabamiento, ni son negros como en Guinea, salvo con sus cabellos corredíos, y no se crían adonde hay speto (calor, fuego) demasiado de los rayos solares, es verdad que el sol tiene allí gran fuerza, puesto que es distinta de la liña inquinocial veinte e sies grados...

"En estas islas, adonde ay montañas grandes, aí tenía fuerza el frío este invierono, más ellos lo sufren así por la costumbre que con la ayuda de las viandas que comen con especies muchas y muy calientes en demasía.

"Así que monstruos no he hallado ni noticia, salvo de una isla que es Carib, la segunda a la entrada de las Indias que es poblada por una iente que tienen en todas las islas por muy feroces, los calles comen carne umana. Estos tienen muchas canuas, con las cuales corren todas las islas de India, roban y toman cuanto puede. Ellos no son más disformes que los otros, salvo que tienen en costumbre de traer los cabellos largos como mugeres, y usan arcos y flechas de las mismas cañas por defecto del fierro que no tienen."

Hasta aquí por hoy. La pregunta de rigor: ¿Cómo pudieron Colón y sus acompañantes, sin conocer la lengua de los taínos, entender tanto acerca de sus costumbres y, sobre todo, de la existencia de los "indios caribes"?