Trump reactivará la Doctrina Monroe para consolidar a EE. UU. como líder en América
La política exterior de Trump pretende impedir la intervención de potencias extranjeras en los asuntos del continente americano
El Gobierno de Donald Trump busca restablecer la Doctrina Monroe de 1823 para consolidar a Estados Unidos como el principal poder del continente americano y restringir la presencia de fuerzas y competidores económicos fuera de la región, según la nueva política exterior divulgada por la Casa Blanca.
A semejanza de la Doctrina Monroe, la política exterior de Trump pretende impedir la intervención de potencias extranjeras en los asuntos del continente americano y, en esta nueva etapa, se enfocará en "reclutar" o "incorporar" aliados afines al gobierno estadounidense y "expandir" su influencia en la región.
Se trata de una aplicación más estricta de la política del expresidente James Monroe (1817-1825) para recuperar la primacía de EE. UU. en el continente y proteger tanto su territorio como el acceso a zonas consideradas estratégicas en la región.
- Washington buscará así impedir que potencias ajenas desplieguen fuerzas, recursos militares o adquieran activos críticos en América, al considerar que esto constituye un riesgo para la seguridad nacional.
Contra la migración y el narcotráfico
Bajo la premisa de "incorporar", el Gobierno Trump espera trabajar con países aliados ya consolidados en la región para frenar la migración irregular, detener el flujo de drogas y reforzar la estabilidad tanto en tierra como en el mar.
Se trata de gobiernos capaces de contribuir a una estabilidad tolerable, incluso más allá de sus propias fronteras, detalla.
Esas naciones tendrían un papel relevante en la contención de la migración irregular, el combate a los carteles, el acercamiento de cadenas de producción y el fortalecimiento de economías locales.
La propuesta indica que Estados Unidos recompensará a gobiernos y partidos que compartan su visión estratégica, pero subraya que también es posible trabajar con otros que, aunque tengan perspectivas diferentes, mantengan intereses comunes con Washington.
Estados Unidos llama también a reconsiderar su presencia militar en el continente y busca alejar su despliegue en áreas cuya importancia ha disminuido.
También pretende reforzar la presencia de la Guardia Costera y la Marina para controlar rutas marítimas, frenar la migración irregular por mar y limitar el tráfico de personas y drogas.
Plantea igualmente realizar despliegues dirigidos a asegurar la frontera y combatir a los cárteles, incluyendo el uso de fuerza letal cuando sea necesario, así como establecer o ampliar accesos en ubicaciones consideradas estratégicas.
En cuanto a "expandir", busca ampliar su red de socios y consolidar su posición como principal aliado económico y de seguridad para las Américas.
Los gobiernos adversos
El enfoque resalta la importancia de atraer a países con los que Estados Unidos mantiene relaciones menos estrechas y de disuadirlos de buscar cooperación con actores externos.
"Algunas influencias extranjeras serán difíciles de revertir debido a las alineaciones políticas entre ciertos gobiernos latinoamericanos y ciertos actores externos. Sin embargo, muchos gobiernos no están ideológicamente alineados con esas potencias, sino que hacen negocios con ellas por razones como costos más bajos o menos regulaciones" detalla.
Enfatiza que actores externos han incrementado su presencia en América Latina mediante proyectos que podrían perjudicar los intereses económicos de Estados Unidos y presentar riesgos estratégicos a futuro.
Considera que permitir esa expansión ha sido un "grave error" y sostiene que la primacía estadounidense en el continente es una condición necesaria para su seguridad y prosperidad.
Reconoce que en algunos países será difícil revertir la influencia extranjera debido a afinidades políticas, pero afirma que en otros casos las razones son económicas, como costos más bajos o menos regulaciones. Sostiene que Washington ha tenido éxito al explicar los costos ocultos de esas ofertas externas, incluidos riesgos de espionaje, vulnerabilidades de ciberseguridad y endeudamiento.
El terreno económico y armamentista
La estrategia destaca la diplomacia comercial y propone utilizar aranceles y acuerdos de comercio recíproco para fortalecer la economía estadounidense y la de sus aliados continentales.
Washington aspira a que los países de la región refuercen sus economías internas y se conviertan en mercados más atractivos para la inversión estadounidense.
La política también subraya la necesidad de fortalecer las cadenas de suministro continental para reducir dependencias externas y aumentar la resiliencia económica. En paralelo, plantea profundizar las alianzas de seguridad mediante ventas de armamento, intercambio de inteligencia y ejercicios conjuntos.