Una historia de adopción con un final de película

Todos los hijos del matrimonio Luna Collado se reunirán en abril Las condiciones económicas de la familia les obligó a dar las niñas en adopción

No es fácil para un padre desprenderse de un hijo y darlo en adopción, regalarlo como popularmente se conoce en los campos. Algunos cuando deciden entregar un hijo bajo estas condiciones, con papeles y las autoridades de intermediarias, o simplemente de boca, no lo superan y en muchos casos estos parientes no vuelven a juntarse.

Pero no es el caso de Adriano Luna y sus dos hijas Casandra y Julia. Él en la actualidad es el protagonista de una historia que tan pronto como en el mes de agosto venidero podría tener un final casi perfecto.

Este año 2021 podría ser uno de los mejores en la vida de los integrantes de la familia Luna Collado, solo lo empaña el sentimiento de que Juliana Collado no estará para ver sus hijas como dos mujeres y reencontrarse con sus otros hermanos, pues falleció hace unos cinco años de un infarto.

En el año 2019, Casandra, la mayor de dos niñas dadas en adopción a dos familias distintas de Estados Unidos, se reunió con su padre y hermanos. Además, el pasado fin de semana reunió a su familia adoptiva con su familia biológica.

Ya el azar o el destino había hecho que ella se encontrara, sin saberlo, con su hermana dos años menor, cuando coincidieron como trabajadoras en un restaurante en Connecticut. Desde entonces se trataron como hermanas (la sangre las unió) e incluso bromeaban con sus amigos diciendo que eran gemelas.

“En el 2019 cuando ella viene me enseña una foto de ellas juntas y me dice mira papi. Y entonces yo le digo, pero esa es mi hija y ella me dice no, ella es mi amiga”, narra Adriano Luna a Diario Libre USA. Fue la primera vez que volvió a hablar con su hija Julia, también dada en adopción en el mismo año, 1989.

En la actualidad, tanto Adriano como sus hijas se comunican con Casandra y Julia usando las herramientas tecnológicas y el google translate.

Julia viene en abril, será la primera vez que podrá abrazar a su padre y hermanos. Ella aún está impactada y su hermana Casandra la describe como tímida. Primero vendrá ella con Casandra y luego quizás haya un encuentro entre su familia adoptiva y la familia biológica, pero gracias a la magia de la tecnología los hermanos Luna Collado están unidos y aunque tienen idiomas y costumbres distintas pareciera que han vivido juntos toda su vida.

¿Qué motivó la adopción?

Joan Palmer oriunda de Estados Unidos, la madre de crianza de Casandra, se acercó a la pareja Luna Collado y los convenció de entregarle a una de sus entonces tres hijos. La mayor de las hembras y aunque hubo resistencia por parte de la madre finalmente accedieron.

“Esa señora que está ahí (Joan Palmer) fue donde nosotros, nosotros vivíamos en plena pobreza, y nos dijo miren señores nosotros estamos buscando una familia para adoptarle una hija, para hacerle un bien y para hacerle un bien a ustedes también. Yo hablo con mi esposa, que murió, y ella me dijo yo no doy para eso.

Yo le dije mira estamos pasando situaciones difíciles, tu sabes cómo estamos, estamos durmiendo en el suelo, estamos pasando una situación muy grande. La señora siguió insistiendo y ella dijo entonces tú eres quien sabe”, narra Luna.

Cuenta que el mayor de sus hijos se enfermó y que eso contribuyó a que accedieran a desprenderse de hija, confiando en la promesa que le hizo Palmer de que su hija sabría siempre quiénes eran sus padres biológicos.

Su esposa Juliana estaba dudosa, pero con otro hijo con problemas de salud, viviendo en una casa hecha de palos, con puertas de yagua, colchones de hojas de plátanos y muy pocas opciones de cambiar el panorama, accedió, aunque siempre albergaron la esperanza de volver encontrarse con ellas.

“Cuando mi hijo mayor se me enferma lo que hago es que lo llevo al hospital y lo dejo allá y arranco (camino de regreso) a pie de La Vega para mi campo Angosto, yo iba cada tres días a ver cómo él estaba yo salía a pedir hasta reunir cinco o diez pesos entre mis amigos, porque no había quien me pusiera a ganarme ese dinero, eso lo tenía que hacer cada tres días.

“Mi hijo como al mes ya estaba de alta y nunca se me olvida que el doctor me dijo que le diera tres huevos hervidos con pan al día, que con eso se le mataría la anemia y asimismo fue”.

Estas condiciones motivaron a Adriano dar sus hijas en adopción, pensando en un mejor futuro para ellas. Hoy tanto él como sus hijos agradecen a Joan Palmer por cumplir su promesa y mantener viva en Casandra sus raíces y sus orígenes dominicanos, tanto así, que antes de tener contacto con su familia se había tatuado el mapa de República Dominicana en un brazo, lo que llamó la atención de su hermana Julia y ahí nació la relación y las diligencias que culminarán en abril con un encuentro de todos los hermanos con su padre.

“Cuando nos enteramos de la noticia no lo creíamos en realidad, pero ella es muy importante para nosotros y aunque a veces nos sentimos medio tristes porque seríamos más felices si nuestra madre estuviera, pero por algo pasan las cosas y el tiempo de Dios es perfecto”, dice Jasmín una de las hermanas Luna Collado.

Ella, al igual que todos sus hermanos agradece a Palmer por haber criado a su hermana Casandra. “Ahora ella tiene un mejor futuro al igual que Julia. Y agradecemos mucho a Joan por criar a Casandra con la educación que ella tiene porque si ella hubiese sido otra persona no hubiere dejado que Casandra buscara a su familia”, dijo Jasmín a Diario Libre USA.

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Periodista dominicano nacido en Santo Domingo, experto en temática de la comunidad dominicana en EE.UU.