Doscientos años del canal San Martín de París, un río artificial con luces y sombras
Comisionado por Napoleón Bonaparte en 1802, inaugurado por reyes absolutistas en 1825 y transferido a la ciudad de París en 1861 bajo otro Bonaparte, Napoleón III, la evolución del canal es indisociable de la historia reciente
Un barco abandona París en dirección contraria al océano. En lugar de remontar el río que baña la capital francesa, el Sena, prefiere adentrarse en el subsuelo de la ciudad, alternando dos kilómetros de oscuridad con intermitentes rayos de luz, que se cuelan por tragaluces centenarios.
Unas 1,500 embarcaciones procedentes de más de 20 países siguen este recorrido cada año, dejando atrás la torre Eiffel, el Louvre y Notre-Dame para surcar los 4.55 kilómetros del canal San Martín, que este diciembre celebra su bicentenario.
Originalmente concebido para abastecer a París de agua potable, el canal comunica la plaza de la Bastilla con el embalse de La Villette, al norte, desde donde los barcos pueden o bien atajar a través del canal San Dionisio, o bien recorrer el canal de Ourcq, que lleva hasta el río homónimo, al noreste de París.
Sin embargo, el canal de San Martín no solo conecta ríos y embalses, sino que también acerca el pasado al presente desde su mismo nombre, elegido a instancias de un incipiente nacionalismo francés que vio en el popular santo un motivo de orgullo.
Comisionado por Napoleón Bonaparte en 1802, inaugurado por reyes absolutistas en 1825 y transferido a la ciudad de París en 1861 bajo otro Bonaparte, Napoleón III, la evolución del canal es indisociable de la historia reciente y, con ello, de la convulsión nacional francesa.
La piedra blanca de sus puentes, que provienen de la misma cantera que las del Arco del Triunfo y la basílica del Sagrado Corazón, fueron igualmente testigo de las barricadas de la Comuna de París (1871), pero también de los primeros pasos del cine y la fotografía.
A escasos metros del canal, desde la actual plaza de la República, una persona fue fotografiada por primera vez en la historia, mientras que su orilla fue escenario tanto de películas de la edad dorada del cine francés, como 'Hôtel du Nord' (1938), hasta de fenómenos más recientes, como 'Le Fabuleux Destin d'Amélie Poulain' (2001) o la serie de Netflix 'Emily en París', en emisión desde 2020.
Este legado cinematográfico es el mismo que llevó al Ayuntamiento a rebautizar sus puentes y pasarelas con nombres de actrices, el último de los cuales se consagró el pasado 13 de diciembre a la recientemente fallecida Jane Birkin (1946-2023).
Es un homenaje que se inició con nombres como los de las francesas Michèle Morgan, Arletty y María Pacôme, o el de la española María Casares, entre otras.
La vida actual en el canal
Salomé Muscat, una estudiante que frecuenta el canal, opinó en declaraciones a EFE que el barrio es "muy agradable" y que, a diferencia de otros lugares de la ciudad tomados por los turistas, hay parisinos que "van a restaurantes" por la zona o que se sientan "en la orilla" del canal.
"Cuando mis amigos vienen a visitar París les traigo aquí porque creo que no suele ser parte de los planes turísticos, y es mucho más auténtico que ir a la calle Rivoli", añadió, en referencia a una céntrica avenida comercial contigua al Museo del Louvre.
Una transeúnte, Elena, que es 'influencer' de viajes y gastronomía en redes, concuerda con Salomé en que la zona tiene algo "encantador", pero advierte de que "hay que tener cuidado porque a veces hay gente malintencionada que merodea" por la zona, como "jóvenes que se juntan para beber alcohol en la orilla".
Uno de los camareros del famoso hotel en el que se ambienta la película 'Hôtel de Ville', Guillaume Le Bas, está de acuerdo con la inseguridad que Elena señala, y lamenta que "a partir de mayo", con la llegada del buen tiempo, el canal "es otra historia diferente".
Chaim Narang, que regenta una cafetería a pie del canal desde hace seis años, coincide con el testimonio de Le Bas, y cree que los que se acercan a él, "sobre todo en verano", son "muchos estadounidenses" que han oído hablar del barrio "en los últimos años".
"Creo que en cada ciudad se vive algo, como en nuestro caso, los Juegos Olímpicos (de 2024), con lo que se tiene una ola de gentrificación, y con ella hay cosas buenas y malas. Aquí vemos las cosas buenas", sostuvo.
Narang destacó, además, que "personas que llevan mucho tiempo" en el barrio le contaron que "cambió mucho en los últimos años", y que pasó de ser "sobre todo un lugar donde la gente vivía" a otro en el que ahora hay "sobre todo comercio".