Violencia y salario
La explicación de los feminicidios, siempre psico-social, económicamente responde a la incorporación laboral femenina, más que al nivel de ingresos
El día de la no violencia contra la mujer nos alcanzó este año con un saldo de 49 feminicidios, menos de los 71 del año pasado. A pesar de realizarse más de 400 denuncias por día, fallece cada semana más de una mujer a manos de un compañero sentimental. Esta realidad deriva de un componente cultural que resiste al cambio.
Muchos programas de ayuda al desarrollo fomentan el empleo femenino. En R.D., PROMIPYME celebra con énfasis el alto porcentaje de financiamientos concedidos a mujeres microempresarias. ¿Cuál efecto tiene el aumento de ingresos femenino en la violencia de parejas?
Los economistas conjeturan que la violencia de parejas (VdP) refleja el deseo de controlar los recursos de un hogar. Los sociólogos entienden que es un mecanismo social de dominancia. Ambos vislumbran que el empleo femenino pudiera propiciar un aumento de la VdP, variando según el empoderamiento financiero de las mujeres resulte de transferencias en efectivo, microcréditos o del empleo, ya que el empleo es un reto más claro a la preeminencia masculina, requiere dedicación y es más difícil de esconder.
Para evaluar esto es interesante ver los resultados de un estudio entre Egipto y Túnez, ambos países de fe musulmana, vecinos y con tasas de empleo femenina de 25-29 % a pesar de que la mayoría (80 % de hombres y 93 % de mujeres) ven como aceptable el que una mujer trabaje fuera de su casa.
En Egipto, la implementación de un proyecto de inversión pública en actividades intensivas en trabajo se concentró en proveer visitas y campañas de educación (cuidado materno, educación infantil, alfabetización y actividades para jóvenes) provistos en los hogares por ONGs locales. Se contrató un 80 % de mujeres, jóvenes y pobres.
En Túnez, se propició un programa de empleos de solo tres meses de duración en Jendouba, la provincia más pobre. Esto incluía trabajos duros de construcción y rehabilitación de parques, y la participación femenina fue del 50 %.
Curiosamente, el programa egipcio duplicó la tasa de abuso psicológico y quintuplicó la de coerción económica, ocurriendo casos de violencia física solo si la mujer resistía entregar sus ingresos. Este efecto negativo se extendió incluso a las mujeres no empleadas por el programa.
Túnez, en contraposición, no verificó ningún impacto sobre sus tasas de VdP. Se deduce que el proyecto egipcio aumentó el control duradero de las mujeres sobre los gastos familiares, mientras el programa tunecino, que también beneficiaba a hombres, no tanto. La evidencia apunta a la tesis de la amenaza a la preeminencia masculina en el hogar.
Aunque la tasa de feminicidios es más común en estratos de bajos ingresos, se explica más como consecuencia de una fase de transición socioeconómica aunado a actitudes sociales. Así, el PIB/ cápita no explica que los países con las mayores tasas de feminicidio de la región -Honduras, Guatemala y R.D.- presentan ingresos similares a los países con las menores tasas -Paraguay, Colombia y Chile-. Resta por evaluar los trasfondos psico-sociológicos de los países. Tal vez el reguetón tenga algunas respuestas.
Dentro de R.D., Santiago, con un tercio de la población de la provincia de Santo Domingo, presenta una cantidad similar de órdenes de arresto por violencia familiar. Podría argumentarse que concentra la migración rural reciente, escenario de transformación a la familia con mujeres empleadas. Falta educar en el compañerismo no basado en salario para detener estas tragedias.