Sánchez y la anexión a España
La evolución política del prócer dominicano
La trayectoria política de Francisco del Rosario Sánchez se desarrolló en tres etapas: 1) el duartismo nacionalista, 1838-1844; 2) el primer destierro, 1844-1848; y 3) el pragmatismo político, en el interregno 1848-1861 cuando en el escenario político predominaron los conservadores Pedro Santana y Buenaventura Báez.
Durante la Primera República (1844-1861), sobre todo después de la desaparición del partido trinitario, quienes decidían participar en la gestión pública solo tenían dos opciones: colaborar con Santana o con Báez, porque lo importante era, por encima de las banderías políticas, defender la independencia nacional frente a la incesante amenaza haitiana. Cuando Santana gobernaba, los baecistas tomaban el camino del exilio, y viceversa.
En 1859, bajo la última administración de Santana, se iniciaron los aprestos para consumar la anexión a España, que se materializó el 18 de marzo de 1861. La coyuntura que originó la anexión favoreció al partido de Báez, cuyos miembros, desde el exilio, se dispusieron a contrarrestar el proyecto antinacional.
Por su lado, Francisco del Rosario Sánchez, exiliado en Saint Thomas, se unió a José María Cabral y, aprovechando la reacción inicial contra la anexión de Fabré Geffrard, organizaron una expedición armada con 500 hombres que penetró al país desde territorio haitiano, vía la frontera del Sur.
A principios de 1861, Sánchez le escribió a Damián Báez, hermano de Buenaventura, y entre otras cosas le dijo: “mi país está vendido, esto basta”. En un manifiesto, fechado el 20 de enero, Sánchez llamó a Santana el “déspota” y “enemigo de [nuestras] libertades”, quien se proponía, con la anexión, cometer un nuevo crimen y “este crimen es la muerte de la Patria”. “La República está vendida al extranjero, agregó, y el pabellón de la cruz… no tremolará más sobre vuestros alcázares”.
Acto seguido, en el referido manifiesto, Sánchez afirmó que, al dirigir un movimiento armado contra el proyecto criminal anexionista, cumplía con un deber sagrado debido a que él había sido “el instrumento de que se valió la Providencia para enarbolar la primera bandera dominicana”, en clara alusión al hecho de la noche gloriosa del 27 de febrero, cuando -desde la cima del baluarte del Conde- proclamó la independencia y plantó la gloriosa bandera tricolor que con “patriótico entusiasmo y nerviosidad femenil” -según Alcides García Lluberes-, bordaron las distinguidas damas Concepción Bona y María de Jesús Pina.
Santana entonces no se cruzó de brazos y tildó a Sánchez como “el cobarde que jamás ha sacado la espada en defensa de la Patria”, y además lo acusó de confabularse con el gobierno haitiano para comprometer la soberanía nacional.
Sánchez, en cambio, respondió: “He pisado el territorio de la República entrando por Haití, porque no podía entrar por otra parte, exigiéndolo así, además, la buena combinación, y porque estoy persuadido que esta República, con quien ayer cuando era imperio combatíamos por nuestra nacionalidad, está hoy tan empeñada como nosotros porque la conservemos merced a la política de un gabinete republicano, sabio y justo”.
Como puede constatarse, el héroe del Conde aclaró que el pacto político concertado con el presidente haitiano en modo alguno comprometió la independencia dominicana y que se trató, más bien, de un acuerdo de conveniencia recíproca entre ambas partes.
Apenas meses seis meses después, el 4 de julio, Francisco del Rosario Sánchez entró al Olimpo de los héroes nacionales, tras ofrendar su vida en aras de la restauración de la República.