Regular el futuro
Vivimos en una carrera tecnológica que no espera por nadie
Vivimos en una carrera tecnológica que no espera por nadie. Las innovaciones en esa área a veces nos abruman. Ahora es la inteligencia artificial. Un caso tecnológico ha retumbado en Japón. El de Asahi Okazaki, la joven japonesa acosada a través de un rastreador Bluetooth —una herramienta que bien usada sirve para encontrar llaves, maletas, el vehículo y hasta para localizar a los hijos— en su caso ella fue acosada por un ex que había colocado uno de esos rastreadores en una prenda que era de su uso habitual. Por una serie de negligencias policiales, y la tecnología, ella fue asesinada.
Ahora Japón apremia a sus legisladores para poner límites a la venta de equipos de vigilancia digital y a la tecnología de reconocimiento facial.
En República Dominicana, próximamente, se tiene que volver a discutir algunas modificaciones al Código Penal aprobado este año. Es tiempo de pensar más allá de la curva y pensar en esas nuevas tecnologías que por necesidad tendremos que utilizar y que con su explotación, tendrán utilidades que por ahora no imaginamos. Es difícil.
Por ejemplo, Europa creó una ley de inteligencia artificial que clasifica los sistemas según su nivel de riesgo. Estados Unidos debate normas para la moderación algorítmica, el uso de modelos generativos y la recopilación masiva de datos. Localmente no tenemos la influencia, quizá, para modificar los modelos de negocios de las gigantes tecnológicas, pero debemos buscar la forma de que no nos pasen por encima. Como es el caso de los rastreadores digitales.
Cada nueva herramienta —desde un dron autónomo, las bicicletas y los triciclos eléctricos, hasta una app que rastrea movimientos— necesita reglas que impidan y penalicen el uso perverso. Esto puede comenzar con los permisos de importación y la identificación de propietarios.
Un claro ejemplo de esa necesidad, son los vehículos eléctricos en la Ciudad Colonial, que se han convertido en un peligro para los peatones porque circulan por la libre sin ningún control; y ningún acuerdo los ha detenido.