Betty Reyes: la violencia comienza en la casa

Según la experta en educación y exasesora, la agresión es la raíz del conflicto escolar

Betty Reyes, es doctora en Psicología con formación especializada en Psicopedagogía. (Diario Libre/Joliver Brito)

Antes de que estalle en el aula, la violencia ya ha echado raíces en el hogar. Ante los casos recientes de conflictos escolares, consumo de drogas dentro de los recintos educativos e incluso muertes entre estudiantes, la exasesora del Departamento de Orientación y Psicología del Ministerio de Educación, Betty Reyes, explicó a Diario Libre que la violencia intrafamiliar es el principal cultivo de la agresividad escolar, y que los estudiantes no hacen más que replicar los modelos de resolución de conflictos que observan en sus casas.

“La violencia que hoy estremece a las escuelas dominicanas no nace en el aula. Se aprende, se normaliza y se reproduce desde el hogar”, advierte Reyes, quien asegura que los centros educativos están recibiendo el impacto directo de una cultura familiar que ha legitimado el castigo físico, el maltrato verbal y la humillación como formas “normales” de crianza.

“Cuando el niño crece viendo gritos, golpes, amenazas y humillaciones como formas de corregir, aprende que la violencia es un lenguaje válido”, afirmó.

Crianza basada en el castigo

Según la especialista, en la República Dominicana persiste una cultura de crianza punitiva, donde el golpe, el grito y el castigo severo siguen siendo vistos como mecanismos aceptables de educación. Esto tiene consecuencias directas en el comportamiento de niños y adolescentes dentro de las escuelas.

“La familia es el primer espacio de socialización. Si ahí se valida la violencia, eso es lo que el niño va a llevar a la escuela, a la comunidad y a sus relaciones personales”, explicó.

En muchos hogares, agregó, las discusiones violentas entre adultos, los conflictos sin mediación y la falta de comunicación generan un entorno emocionalmente inseguro que los niños terminan trasladando a los centros educativos.

Cuando el niño crece viendo gritos, golpes, amenazas y humillaciones como formas de corregir, aprende que la violencia es un lenguaje válidoBetty ReyesDra. en Psicología

Lejos de ser el origen del problema, la experta sostiene que la escuela es el reflejo de lo que ocurre en las calles y en los hogares.

“Una sociedad violenta produce escuelas violentas. El aula se convierte en el escenario donde estallan conflictos que se gestaron mucho antes”, señaló.

Aunque reconoce que los casos más extremos, como agresiones físicas graves e incluso homicidios entre estudiantes, generan alarma pública, advirtió que estos episodios son apenas “la punta del iceberg” de una violencia cotidiana que lleva años normalizándose.

Reyes subrayó que la violencia escolar no se limita a peleas o golpes. También se manifiesta a través de humillaciones, apodos ofensivos, exclusión, discriminación y acoso psicológico.

“Hay prácticas que muchos llaman ‘relajo’, pero están destruyendo la identidad de los estudiantes y afectando su vida a largo plazo”, alertó.

Redes, pantallas y violencia aprendida

La especialista advirtió que la violencia familiar se ve reforzada hoy por el acceso sin control a las redes sociales y a contenidos digitales. Niños cada vez más pequeños están expuestos a videos de agresiones, retos violentos, mensajes de odio, burlas virales y modelos de conducta agresivos que profundizan patrones ya aprendidos en casa.

“El celular se ha convertido en un tutor silencioso. Si no hay guía familiar, el niño aprende solo, y muchas veces lo que aprende es violencia”, expresó.

Reyes también fue crítica con la falta de articulación de las políticas públicas. Aunque existen estrategias de prevención desde el sistema educativo y programas de orientación, aseguró que no se aplican de forma sostenida ni llegan con suficiente profundidad a las familias.

“Mientras no intervengamos el núcleo que crea el problema, la familia, solo estaremos apagando incendios en las escuelas”, sostuvo.

La experta concluyó que la solución no está en expulsar estudiantes ni en endurecer castigos, sino en transformar los hogares, acompañar emocionalmente a las familias y educar en una cultura de paz desde la primera infancia.

“Mientras la violencia siga siendo una herramienta de crianza, la escuela seguirá siendo un escenario de crisis. Y los niños seguirán creciendo creyendo que el golpe, el grito y la humillación son formas normales de convivir”, sentenció.

La comunicación social para mí no es solo una carrera, es una forma de darle voz a quienes no la tienen.